11 abr 2015

PÁGINA 140


Aún así avanzan a tientas, intentando poner la mayor distancia posible entre ellos y ustedes.

—Ordenar su captura fue como declararles la guerra—les informa la doctora entre susurros y quejidos de dolor. —No se quieren dejar capturar. No hay nada que puedan hacer legalmente porque las normas lo establecen así. Las pruebas fueron concisas e irrefutables, y no es que entre su especie haya muchos abogados que digamos. Pero no se dan cuenta de que tienen todas las de perder. No podrán ocultarse para siempre, y contraatacar solo acelerará su encarcelamiento…pero en fin…se habrán dado cuenta de que son criaturas muy feroces, irreverentes. Pensar antes de actuar está lejos de ser su lema—dice ella, mientras avanzan ahora por un tramo de pasillos más iluminados por la luz roja de la alarma anti-intrusos. —La ayuda debería haber llegado ya, no pueden estar muy lejos. Debemos resistir un poco más, chicos.

Las palabras de ella los consuela, pero tu experiencia te dice que eso no va a ser muy sencillo como ella lo hace sonar. Sin embargo, avanzan sin problemas hasta que la doctora los hace ingresar a una habitación que por lo que notan es…una cocina. Ella cierra la puerta detrás de ustedes, y la ayudan a trabarla con un frízer, cajas llenas de alimentos enlatados y demás. Consideras que ese es un buen escondite y te quedas seguro luego de ver lo sellada que parece haber quedado la entrada.

—Bueno, acá tendríamos que estar bien. Tenemos comida para días, mucho más de lo que nos hará falta hasta que llegue la ayuda. Repongamos fuerzas ahora—dice ella, tomando el liderazgo. A vos no te importa hacer lo que ella te diga y comes con gusto lo que te da. Esa botella de agua y lata de arvejas te parecen la mejor comida en un largo tiempo, y nada mejor que saber que están a salvo y solo es cuestión de esperar para volver a tu casa. Por una parte, desearías poder despertar en ese momento y darte cuenta de que todo eso fue una horrible pesadilla; y por el otro, descansar, sentirse seguro y reponer energías le hace muy bien a tu estado de ánimo, cosa que te ayuda a digerir la situación en la que vos y tu amigo están junto a la doctora. Cuando terminan de comer, ella divide las tareas que podrían hacer mientras esperan a que la ayuda llegue, y te manda a vos a espiar detrás de la puerta, a Germán a recolectar todos los cuchillos en el muy extremo caso de que se tengan que defender, y ella se pone a buscar el teléfono interno de la cocina que la tendría que comunicar con la sala de comandos de la nave. Vos centras tu atención en la tarea que te encomendaron y enfocas tu oído sola y únicamente para intentar captar algo del exterior. Conseguís además espiar por el pestillo de la puerta, pero los primeros minutos no logras ver ni escuchar más que un pasillo vacío y el sonido de tus compañeros haciendo sus tareas. Germán termina rápido, por lo que se pone a ayudar a la doctora y finalmente lo encuentran. La doctora piensa que quizás deberían esperar un momento antes de llamar ya que podrían ser descubiertos, pero si no llamaran, ¿cómo se enterarían si vino o no la ayuda? Quizás esta es su oportunidad…o no. Tal vez solo arruinarían su escondite y no obtendrían nada. Cualquier opción tiene sus riesgos.


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