(Viene de la página 85)
Otro de los ya habituales
cortocircuitos en la nave hace que la poca luz en los pasillos y los
interruptores de las máquinas titilen y luego se apaguen por completo. Vos
pensas que más oscuridad que la de recién no podrían tener, y en efecto no hay
mucha diferencia, a excepción de que el bullicio de las máquinas trabajando se
detiene de segundo a otro. Ahora un silencio perfora tus oídos, tan rápido que
hasta te asusta el cambio. Te habías acostumbrado al ronroneo de los motores,
¿sería más fácil ahora para el otro ser en la habitación detectarlos? Oís una
respiración cerca de ti y volteas, para encontrarte con que, asustado, tu amigo
se había pegado mucho a vos y respiraba cerca de tu oreja. Un codazo en el
estómago le advierte que se aleje un poco de vos, y en otro momento te daría
risa su aspecto de cachorro indefenso con esa pesada arma en los brazos, pero
ahora te hace querer con más urgencia encontrar algo para defenderte por tu
cuenta, ya que revolearle el Artefacto Foráneo a alguien no sería un buen plan.
Caminando entre una pared y una fila de máquinas en silencio, avanzas con
Germán detrás por un buen tramo, atentos a cualquier cosa que se les pudiera
aparecer a la vuelta de la esquina, y de repente, ves una figura que vuelve por
donde había estado caminando al verlos con el rabillo del ojo. Vos y tu amigo
también se esconden detrás de una de esas especies de locomotoras de pie, y
tras una pausa de respiración contenida, asomas la cabeza hacia el pasillo y
espías. No alcanzas a asomar el ojo entero antes de que una mano verdosa
dispare con su pistola y produzca un estallido cuando choca contra la máquina
con la cual te estás protegiendo.
— ¡Agáchate! —Le decís a tu
amigo, sin preocuparte por hacerlo en voz baja ahora que los habían descubierto.
El Kózkoro grita algo con su gutural voz espantosa, pero vos y Germán están muy
ocupados corriendo en cuclillas y con la mirada clavada en el suelo como para
prestarle atención. Escuchas pasos que corren hasta el pasillo de máquinas en
donde ustedes están y se ponen de pie para correr mejor cuando al voltearse
para espiar lo que sucede encuentran a un horrible extraterrestre a punto de
dispararles. — ¡CORRÉ! —Gritas sin necesidad, justo cuando él empieza a
disparar y ustedes a huir. Él los persigue entre el laberinto de máquinas, pero
ustedes zigzaguean y logran esquivar las explosiones que ocurren cuando láser
alien y metal reaccionan, siempre buscando la salida. La puerta por la que
ustedes entraron está detrás suyo, pero no era la única salida del cuarto, no
puede serlo. Pronto la ven: es una compuerta opuesta la otra, que igualmente da
a un pasillo. Está tan cerca…pero también el endemoniado bicho ese que no deja
de disparar a diestra y siniestra. Una de las explosiones estalla cerca de tu
cabeza y algo caliente logra cortar tu mejilla, que comienza a arder y a
proferirte un dolor que logra hacerte lagrimear y gritarle insultos a lo que
sea que haya sido lo que te hirió, pero llevándote una mano a la cara seguís
corriendo sin importar nada más. Apenas segundos después abandonan el laberinto
de máquinas y se apresuran a la salida, pero justo cuando la alcanzan tropiezas
con un cable tirado y el Artefacto vuela por el aire hasta salir del cuarto
antes que ustedes. Germán te ayuda y antes de que el Kózkoro detrás de ustedes
se aparezca, vos con una rodilla adolorida y tu amigo logran salir, pero la
vista en el pasillo no te tranquiliza para nada. Diez verdes criaturas te miran
con tu Artefacto en sus manos, y pistolas apuntándote sin discreción. Algo similar
a una sonrisa se dibuja en sus feos verdes rostros.
¿Continúa en la 53? Esperemos que sí…