23 mar 2014

PÁGINA 55


Te levantas después de una noche intranquila, terrible y en la poco pudiste dormir. Vos, Germán y Facundo están en una casa abandonada, en un solitario recinto a las afueras de la ciudad, y cuando te sentás en la cama de arriba de una cucheta que compartís con Germán, te encontrás con que Facundo está espiando por una de las ventanas tapiadas hacia la calle. Dentro de la casa las opacas luces también son verdes, y reina un silencio mortal y tenebroso. Tu cara y la de tu amigo son terribles, con ojeras, mugre y ese constante miedo en sus ojos, esas miradas de terror y los nervios de punta que están haciendo estragos con sus mentes.

— ¿Hay algo? —Le susurras. Un vistazo y te das cuenta de que no hay nada, pero vos en tu turno de vigilancia también habías estado mirando constantemente, como si el peligro estuviera a un metro de la ventana y pudiera entrar a la casa en un santiamén, mientras que en realidad estaba lo suficientemente lejos.

—No, pero no puedo evitar quedarme acá y mirar para afuera. No me creo que estemos acá todavía. Me parece tan loco, tan terrible y tan imposible…pero lo vimos con nuestros propios ojos. Esta ciudad es la nuestra, siempre lo fue y lo sigue siendo, pero algo ha pasado mientras nos fuimos. Tengo una sospecha, pero es tan ínfima que la rechazo de solo pensarlo—dice él. Lo ves cansado, preocupado, asustado, pero seguramente vos tenés la misma cara.

— ¿Qué es? —Le preguntas. —Cualquier idea que nos lleve a entender que pasó acá es recibida. Cualquier cosa antes que la duda. Me carcomí la cabeza toda la noche, pensando qué podía haber pasado.

—Yo averigüé cosas cuando empecé a investigar sobre mi aparato. Rumores, suposiciones, porque nadie sabe a ciencia cierta que hay detrás de estos Artefactos salvo los federales y el gobierno de Estados Unidos, pero…se dice que son tecnología alienígena. Ya sé lo que me vas a decir, que parecen inventos humanos, pero vos viste a esas criaturas afuera, Teo. Las viste y corrimos de ellas, y las escuchamos hablarnos y gritarnos en ese idioma raro, y vimos lo que les hacían a la gente. Ese brillo verde afuera…el hecho de que no hayamos visto salir el sol aunque ya tendría que haber amanecido…no es una idea descabellada.

—No, ya sé…pero a mí también me cuesta creerlo a pesar de verlo con mis propios ojos. No me imagino qué puede haber pasado mientras nos fuimos para que la ciudad terminara así. ¿Tendrán a todos bajo ese tipo de hipnosis? No me quiero ni imaginar lo que haría si me enterara que mis papás…—contestas, pero se te hace un nudo en la garganta y los ojos se te llenan de lágrimas.

—Teo, no seas idiota. No pasó nada cuando nos fuimos de nuestro mundo, de nuestra ciudad. Nosotros hicimos esto, ¿no entendés? Los bichos esos se adueñaron de…del planeta entero, quizás, pero…nosotros cambiamos el pasado. Por eso se creó este futuro tan distinto y tan peligroso, pero nuestro mundo aún existe en algún lugar. Metimos la pata, Teo. Todo esto, nuestros padres seguramente capturados, la ciudad bajo control de los aliens…es culpa nuestra.


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