13 mar 2015

PÁGINA 137

(Viene en la página 98)

—No es necesario que me agradezcan, chicos, lo hice lo más rápido que pude—dice él, modesto. Los deja con los artefactos en sus manos y vuelve a su computadora, no sin antes decir: —Cuando les diga ya, hablan, ¿okey?
— ¡Hey, hey, pará! ¿Es en serio esto? ¿Tenemos que salir en vivo frente a todo el mundo y mandar a los federales en frente ahora mismo? —Inquiere Facundo, casi tan loco y sacado como vos. Parecía un chiste de mal gusto…pero Ulises no se reía. Ni él, ni ustedes, ni nadie.
— ¿No vinieron a eso? ¿No era ese el plan, que yo los ayudara a pinchar un satélite y que transmitiera el mensaje que ustedes querían decir? —Se defendió él. Tenía razón. Ustedes habían venido a eso, pero…¿de verdad se tendrían que plantar frente a una cámara y largarse a hablar en vivo frente a todo el mundo? Los ojos de Germán estaban que salían de sus órbitas.

— ¿Pero por qué nosotros tenemos que dar la cara? ¡Vendrán a matarnos! —dice él.
—Bueno, yo no lo puedo hacer. Tengo que estar pendiente a la computadora para asegurarme de que el mensaje no se corte. Uno de ustedes se va a tener que poner ahí, chicos y largarse a hablar. ¡Ya no puedo parar esto! Pensé que sabían en qué se estaban metiendo…—Responde, subiendo el tono de voz considerablemente. No se lo ve alterado…ni divertido. No iba en broma todo eso. —Yo accedí sabiendo lo peligroso que era, y también estoy corriendo riesgos. Ustedes con esos aparatos pueden irse a donde quieran, pero mi sótano, todo mi trabajo y yo nos tenemos que quedar aquí. Tendrían que haber pensando bien antes de actuar, chicos—sentencia. Un silencio incómodo recorre la calurosa habitación. Ustedes se sienten tan pesados, agobiados y perturbados como el ambiente de la sala. ¿En qué habían pensando al ir hasta allí? El señor Montacna les había dicho que podían transmitir un mensaje a los televisores de la mitad del planeta, y Ulises les había prometido una cobertura un poco mayor. ¿De qué otra manera pensaban que podrían enviar el mensaje sino? La idea de haberse sorprendido de la petición del chico pálido ese que aguardaba por ustedes parecía cada vez más insulsa. ¿Pero qué iban a decir? ¿Quién se iba a atrever a ponerse frente a la cámara, dirigirse a todo el mundo y contraponerse al gobierno de los Estados Unidos y sus aliados? Vos, Germán y Facundo se reúnen para decidirlo, pero…no iba a ser fácil.

—Chicos, tiene razón. No hay otra forma de hacerlo, y ya estamos acá. Irnos a otro lado ahora no nos conviene. Acuérdense que Montacna dijo que usemos los artefactos lo menos posible—comienza Facu, y no se equivoca. Usar el aparato ahora es ponerse aún en más peligro.
—Yo no voy a hablar, no me importa lo que digan Montacna, éste o quién sea. ¡Es un suicidio! —dice Germán. Algo de razón también hay en sus palabras. Es un riesgo enorme dar la cara allí…
— ¡Decidan rápido, chicos, vamos al aire en un minuto! —Anuncia Ulises. ¿Qué opciones quedan?

Si elegís hacer vos la transmisión y ponerte frente a las cámaras, ve a la página 105
Si preferís proponer un sorteo o darle un rodeo a la situación y dejarlo al azar, sigue en la 154

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