5 mar 2015

PÁGINA 13


—Vos no viniste solo, sé que estas con ellos y que planean hacernos algo a mí y a Germán. Por eso te pido que lo que sea que nos hagan a nosotros, dejen afuera de ello a nuestras familias…

— ¿De qué hablas, Mateo? Estoy acá para ayudarte, no para hacerte confesar algo y entregarte a los federales, ni mucho menos para negociar sobre hacerle daño o no a tu familia, ¿estás loco? Yo estoy de tu lado, a mí también me persiguen, yo también tengo una familia a la cual proteger, pero a pesar de subir todo lo que sé sobre los aparatos a Internet, tengo algo de discreción como para no andar usando dos artefactos al mismo tiempo y pretender que no me pasará nada. Lo que hicieron vos y tu amigo es muy peligroso, y han llamado la atención de los federales ahora que están más alertas que nunca. No me sorprendería que planearan atacarnos como vos bien pensás, pero estamos a tiempo para hacer algo. ¿Vas a confiar en mí? —te pregunta. Algo en su tono te convence de que está diciendo la verdad, pero tampoco crees prudente confiar plenamente en él aunque sea un desconocido. Le decís que sí pero pensás que vas a tener tus recaudos.

—Bueno, escuchame entonces. Estas en peligro, pero yo te puedo ayudar. Conozco más gente que está contra los federales, y nos podrían ayudar, pero debemos usar tu aparato porque el mío lo dejé muy bien escondido en mi casa. Lo que podríamos hacer es ir con ellos y apoyarnos en su ayuda, porque por nuestra cuenta no vamos a solucionar nada.

— ¿Ahora querés que vayamos? No puedo dejar a Germán fuera de esto, él también está en igual peligro que yo—le contestas, imposibilitado para imaginarte tomando una decisión así sin él.

—Está bien, te entiendo. Pero tenemos que actuar rápido. Yo lo que les propongo es lo siguiente: mañana temprano, nos reunimos bajo el puente de la plaza y nos transportamos a la casa de uno de los tipos que yo conozco. Son de confianza, en serio. Allá podremos planear algo los cuatro, una estrategia para luchar contra ellos o para despistarlos y alejar sus sospechas de ustedes. Dejar pasar toda la noche sin hacer nada no me gusta, pero eso lo vas a tener que decidir vos. Yo me voy a ir. Vos hablá con tu amigo y planteale esto, y decidan pronto, cuanto más antes mejor. Los voy a esperar a las siete en el puente. Si quieren ir antes y empezar a actuar ahora, envíenme un comentario a mi blog; cualquier cosa, yo sabré que son ustedes, y voy a ir. Pero pensalo, Mateo. Esto lo hago por ustedes, por nuestras familias, por mí. Llamaron mucho la atención, los federales podrían estar acá en cualquier momento, así que llamá a tu amigo y decile. Menos tiempo perdamos, más chances vamos a tener. Nos vemos, Mateo. En caso de que elijan venir conmigo, ya sabes que hacer—concluye, y sin más que decir se va. Oís la puerta de calle cerrarse tras él y a tu madre saludándolo como si tal cosa, y no lo podés creer. Sonaba real todo lo que dijo. Parecía que él realmente los quería ayudar. ¿Qué deberías hacer? Llamas a Germán (que te atiende medio adormecido), le contás absolutamente todo y le planteas tu duda. Él no lo vio, no lo escuchó, así que lógicamente te dice que él no confiaría en sus palabras, pero te aclara que si te pareció convincente y dice la verdad, entonces no les quedaría otra opción que ir a su encuentro. Él deja la elección en tus manos, porque confía en vos y en tu juicio, pero vos… ¿confiás en tus decisiones?

Si elegís ir a reunirte con Facundo,arriesgándote a salir con el Artefacto, sigue en la página 99

Si decidís no ir y arriesgarte a perder la oportunidad de tener más aliados,andá a la 153

PORTADA

PORTADA

CONTRAPORTADA

CONTRAPORTADA