— ¿Lo ves? —te pregunta.
—Sí, ahora sí…es muy bello, ¿verdad? —le contestas. Le
permites echar otro vistazo, ya que con los binoculares no se logra verlo bien,
y te da la razón. Segundos después, el meteorito se hace tan grande que pueden
verlo aproximarse con sus propios ojos, casi pareciendo que los va a golpear de
momento a otro. La luz se corta en el interior de la casa, y la sensación de
que se va a estrellar contra ustedes es tan vívida que por miedo se tiran
cuerpo a tierra, y el meteorito pasa a un metro de ustedes y se estrella contra
el suelo, detrás de la planta, exactamente donde al otro día, o sea, unos
minutos atrás, te lo mostró Germán. Se lo quedan observando unos momentos.
Parece irradiar algo de luz y unas hojas a su lado se prenden fuego debido al calor.
Éstas rápidamente se consumen, entonces, tú y tu amigo se miran y le dices:
—Bueno, ya comprobamos lo que teníamos que comprobar. Tu “yo”
del pasado ya está en la cocina, si nos vamos ahora verá la luz del
aparato…mejor esperemos a que esté demasiado ocupado mirando el meteorito y
luego vayámonos—, y tu amigo te responde que está de acuerdo.
Segundos después, cuando en silencio escuchan el suspiro de
asombro que larga el muchacho al lado del cráter humeante, le dices a tu amigo
que es hora de irse y se disponen a poner la fecha y hora de la tarde
siguiente, un momento después de haber desaparecido de allí ustedes mismos,
pero oyen que alguien habla en la cocina.
— ¡Oh, demonios! —dice tu amigo en voz baja, con lo cual tu
sacas la mirada del aparato y la diriges hacia donde él estaba mirando. Son
ustedes mismos del pasado, diez minutos antes. Vaya suerte—Teo, ¿qué vamos a
hacer? Ellos están viniendo para acá…
— ¡Muévete, rápido, pero sin que ninguno te vea! —le
contestas enseguida, y ambos se arrastran fuera de los arbustos y se esconden
detrás de otros cercanos, fuera de la vista tanto del Germán que está mirando
el meteorito, como del Germán y el Mateo que en segundos viajarán diez minutos
al pasado. En silencio aguardan a que ellos se vayan, pero tu amigo te
interrumpe el espionaje.
—Espera un momento—te dice, apurado y nervioso— ¿qué
sucederá cuando ellos desaparezcan? ¿Dónde estarán? O sea… ¿Dónde estaremos
nosotros? No entiendo que sucederá…
—Yo tampoco, Germán, pero no dejaré que nos descubran—le dices,
y antes de que sus versiones del pasado desaparezcan, ustedes dos vuelven a
activar el aparato y desaparecen también.
Ahora se vuelven a encontrar en la habitación de tu amigo. Es
18 de Diciembre a la tarde, sus versiones del pasado se acaban de ir, y nadie
notó su ausencia. Todo parece estar bien por el momento.
— ¿Qué acaba de suceder?