(Viene de la página 2)
— ¡Te la pasas mirando por ese coso y una vez que hay algo
para ver…!
—Bueno, eso no importa. Ahora ven, acércate un poco. Necesito
que me ayudes con algo.
Tu amigo se arrodilla al lado del meteorito, habiéndose
asegurado de que nadie los miraba, y con dos ramas que aparentemente él tenía
designadas sólo para ello, abre la roca en dos por una hendidura que no habías notado
y te muestra su interior. Adentro hay un aparato que luce como un estéreo de
automóvil, pero te das cuenta al instante de que no es eso en absoluto. En la
hueca piedra, ese artefacto muestra una serie de números cambiantes y símbolos
extraños que no sabes entender, y también hace luces y sonidos tecnológicos que
a tu amigo sorprenden y a ti te dejan mudo.
—Debe de ser algo de fuera del espacio, lo sé...y nos lo han
enviado a nosotros amigo, pero escucha, anoche quise sacarlo pero estaba aún
demasiado caliente y no pude. Probemos ahora. En el cobertizo dejé los guantes
de podar de mi mamá, ve por ellos.
Vos vas hasta donde te dijo, y encuentras tras abrir la
puerta un montón de utensilios para el jardín. Estaba la máquina de cortar
pasto, y había un rastrillo, una tijera de podar, una pala, una cuerda, masetas
vacías y muchas otras cosas, pero ni rastro de los guantes.
— ¿Estás seguro de que están acá? —preguntas, revolviendo
entre el desorden.
—Están en la repisa, al lado de una regadera vieja, fíjate—contesta
él. Y tras encontrarlos donde dijo, te pones uno y le entregas el otro a
Germán. Ambos se ayudan con las ramas para mantener la roca abierta y tras
forcejeos, logran finalmente sacar el aparato misterioso. Dejan éste en el
suelo de tierra y ambos se sientan a su lado para contemplarlo. A pesar de
haber estado toda la noche al aire libre, aún seguía caliente y no eran capaces
de sostenerlo o tocarlo con las manos desnudas por más de unos momentos.
—Es raro que siga caliente, ¿no será un mecanismo de
seguridad o algo por estilo? —supones.
—No lo había pensado, es posible. Si es así, tiene que tener
un modo de desactivarse…
Y tras estudiar la especie de calculadora espacial gigante
con números y símbolos extraños, ven uno que parece relacionado a la temperatura.
Tú lo presionas, y de los costados del aparato se libera un vapor blancuzco que
lo refrigera de inmediato. Una vez frío, ambos lo sostienen en sus manos y lo
contemplan mejor.
— ¡Eres un genio, Teo, funcionó de maravilla! Ahora
llevémoslo adentro para buscar sobre él en la web—te dice, ayudándote a tomarlo
e intentando que nadie más lo viese, aunque tal y como sospechaban no había
nadie más para verlo, lo llevan hasta la casa y suben las escaleras con él.