Después de la breve ceguera causada por el poder del aparato
transportándolos hacia algún lugar seguro, los cuatro descubren que habían
vuelto gracias a Facundo de nuevo a la casa del señor Montacna. Él hombre se
sorprende al verlos llegar luego de relativamente poco tiempo, pero inmediatamente
los acoge de nuevo en su morada y les pregunta qué ha pasado.
—Me confié, Montacna. Eso fue lo que pasó—explica Ulises,
habiéndose sentado en el sillón. Ahora que los ves juntos, observas lo delgados
que estaban tanto el joven como el hombre mayor. Casi podrían ser padre e hijo,
según te parece. El dueño de casa les trae comida casera para todos y parecía
que se estaban por sentar a una merienda digna de una historia de Lewis Carrol,
antes de que Ulises continuara hablando: —No tuve en cuenta que ellos están más
alertas desde la aparición del nuevo artefacto en casa de estos pibes—los
señala a ustedes. —Me confié en que tendría tiempo, en que les tomaría tiempo a
ellos el localizar el origen de la pinchadura de satélites, y creí que entonces
ya podría haber envuelto de nuevo mi casa con el dispositivo envolvente, ese
programa que tenés vos también acá instalado—le comenta. Se le nota abatido,
triste, y hasta algo enojado. Es evidente que el hecho de que hubieran
localizado su casa significaba que sería demolida y su sótano destruido de la
faz de la tierra en cuestión de minutos, según podés imaginar.
—Muchacho, no fue tu culpa. Las cosas han empeorado para
todos desde estos últimos eventos. Hace días que notamos un poco más de
movimiento, pero nunca hubo tanto despliegue de actividades como hasta ahora.
Pensaba irme yo también de mi casa. Pasé muchos años escondido, y creo que no
hay mucho que pueda hacer siguiendo en las sombras, peleando sin pelear.
— ¿Y…qué es lo que vamos que hacer ahora? —Pregunta Facundo,
a lo que Montacna responde:
—Mirá, nene, las cosas se van a poner bravas de ahora en más.
Los que estamos en contra de los federales vamos a tener que unir fuerzas si
queremos generar algún impacto. Ya están todos alertados, y están todos
trabajando también. La grabación de la transmisión que acaban de hacer la
estamos intentando hacer viral, con resultados positivos hasta ahora. Como bien
dijiste—te habla a vos— estamos contraatacando. Ya no hay marcha atrás, pero
vamos a tener muchas bajas. Nuestro objetivo principal es despertar el interés
de la gente. No podemos pretender que nos enfrentaremos pronto todos en una
batalla contra los federales y que todos estemos en igualdad de condiciones.
Ellos siempre tuvieron las de ganar, pero ahora las cosas van a poder
equipararse un poco si la gente es lo suficientemente inteligente como para
hacer algo al respecto de todo esto. Estamos sumando aliados ya, parece; pero
es demasiado temprano aún para sacar conclusiones. Lo único que podemos hacer
ahora es ir a un lugar más seguro, a reunirnos con nuestra gente. Los
siguientes movimientos, aunque los estemos recién sacando del horno, van a ser
decisivos. Fue un buen inicio, chicos, los felicito a todos; pero no podemos
cantar victoria aún.
— ¿Crees que tengamos que ir de vuelta a EE.UU.? —Inquiere
Ulises. El viejo asiente pensativo.