De la conversación entre Ulises y el señor Montacna se
terminó decidiendo que irían todos a Estados Unidos lo antes posible. Vos y tus
amigos no están muy de acuerdo con la idea, ¿pero habría algo que pudieran
hacer realmente? Cuando tus enemigos son tan poderosos y tienen tanta
omnipresencia, es difícil resistirte a su accionar. Más lo es aún cuando no tenés
otra alternativa. Así es como, en cuestión de minutos, los cinco se disponen a
partir (no sin que sus objeciones se escuchen, aunque poco efecto causen); y
cómo en un abrir y cerrar de ojos el Artefacto Foráneo los transporta hacia
allá.
Dónde se aparecen es lo que parece un cuartel general. Está abarrotado
de gente, humo de cigarrillos, planos, computadoras, y demás cosas que los
marean de solo verlas. ¿Dónde estaban?
—Esta es la sede, chicos. Todos los que estamos detrás de
este misterio nos reunimos acá—les susurra el señor Montacna, para luego ponerse
a hablar en fluido inglés con las demás personas que lo reciben. Parece un
sótano en la mitad de la nada, según ven desde una ventanilla cerca, pero se ve
bastante organizado dentro del caos de gente que hay. Luego de facilitarles una
taza de café, puesto que es invierno allí y está bastante fresco, Ulises se
ocupa de informarles a ustedes lo que está discutiendo el grupo. Una tormenta
de datos se les es facilitado, explicándoles dónde estaban, qué habían hecho y
qué harían de allí en más. Se encontraban todos en un campo alejado de una
ciudad, en el medio de un monte repleto de árboles. Supuestamente había una
serie de túneles que conectaban partes de la ciudad hacia ese recinto, aunque
todo eso te resulta bastante alocado como para ser cierto. Lo que sí sonaba
verosímil, era que se estaba tranzando un plan, y con muchas opiniones yendo y
viniendo, tratando de decidir qué hacer. Había un grupo de alrededor de veinte
personas trabajando con computadoras, un puñado de Artefactos Foráneos como los
de ustedes, y otras máquinas de las que no tenían idea de qué eran. Ulises los
deja tras un momento y se une a ellos rápidamente, ayudando en todo lo que le
es posible. De tan solo imaginar la cantidad de cosas que podrían hacer todos
esos hackers juntos te da un escalofrío. Cuando creen que ha pasado una hora de
discusiones, planteos, cómputos y muchas otras cosas difíciles de entender,
Ulises se acerca de nuevo a ustedes y les traduce lo que uno de los líderes, un
hombre de aspecto irlandés y acento marcado, se pone a informar a toda la
organización.
—Se ha llegado a la conclusión de que deberemos mantenernos
en silencio por un tiempo más. Es evidente que la guerra ha comenzado, pero no
hay que enloquecerse. Aún así, que no actuemos masivamente no quiere decir que
nos vayamos a quedar de brazos cruzados. Prepararemos un segundo golpe, más
grande aún, en cuestión de setenta y dos horas…según calculamos. Es probable
que detecten la ubicación de algunas otras oficinas, pero el equipo tecnológico
trabaja para mantener a salvo este cuartel. Son bienvenidos a quedarse durante
estos días, o volver a sus casas si así lo prefieren. Es importante, sí, que
mantengamos más que nunca nuestros perfiles bajos, al menos hasta el segundo
golpe. No será fácil lo que les estoy pidiendo, pero…
— ¡NO! —gritan varios hackers a la vez, golpeando sus
computadoras o agarrándose de los pelos.