(Viene de la
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Le decís a Germán que preferirías arriesgarte a ir con Facundo, ya
que lo que hay por ganar si él dice la verdad es demasiado importante como para
dejarlo ir, y ambos saben que tarde o temprano los van a capturar. Lo mejor
sería, en tu opinión, intentar planear alguna estrategia con nuevos aliados
para asegurarse que sus familias vayan a estar bien cuando pase todo lo que
tenga que pasar, que quedarse a esperar a que los secuestren sin la menor
seguridad de que sus seres queridos vayan a estar bien. Valía la pena
intentarlo. Acuerdan con tu amigo que lo mejor sería ir ahora, ya que ambos
están descansados tras ocho horas de sueño y cuanto antes actúen, más chances
tendrían; y tras meter el Artefacto en una mochila grande, salís de tu casa por
la puerta de atrás, sin molestar a nadie, y enfilas para la plaza. Germán se te
reúne cuando pasas cerca de su casa, y ni bien te ve, te dice despacio: “¿Le
dejaste dicho en su blog que iríamos ahora?”.
—Sí. Calculo que lo vamos a tener que esperar un momento, pero él
seguro esperaba que fuéramos ahora—le respondes. No tienen mucho de qué hablar
en el trayecto hasta la plaza. Están nerviosos, expectantes, preguntándose por
dentro miles de cosas pero no dejando que esas ideas salgan al exterior.
Ustedes llegan al punto de encuentro y lo hayan solitario. No hay ni un alma
alrededor, al menos ninguna que ustedes escuchen. De pronto, tras una espera
que se les hizo amena en compañía del otro, Facundo aparece por fin con su
Artefacto Foráneo, idéntico al de ustedes, y vos y Germán van a su encuentro.
Luego de las presentaciones, ambos
escuchan lo que él tiene para decir:
—La cosa es así: conozco a un tipo que está en contra de los
federales desde hace años. Hablé un par de veces con él, y me dijo que si
alguna vez me metía en un lío fuera a su casa porque él sabría qué hacer.
Cuando ustedes usaron esos dos aparatos, inmediatamente pensé que
necesitaríamos la ayuda suya para distraer la atención de los militares. Uno no
les suele dar demasiada importancia, hasta que llegan y hacen de las suyas. Nos
deben estar buscando en este preciso momento, chicos, así que hicieron bien en
venir. Lo que vamos a hacer ahora es usar un solo aparato para trasportarnos
los tres a la casa de este tipo, Samuel se llama. Allá él sabrá decirnos bien
qué hacer para que nos dejen en paz al menos por ahora. ¿Les parece bien?
Las cabezas de vos y tu amigo son un torbellino de preguntas, pero
piensan que ya habrá tiempo para resolverlas. Acceden a hacer como él dice, y Facundo
escribe unas coordenadas en su aparato para irse de inmediato. Esperando no
haber tomado la decisión incorrecta, ustedes se acercan a él y antes lo que
puedan imaginar, se encuentran siendo absorbidos por una luz cegadora: el poder
del aparato succionándolos hacia la dirección ingresada. Lo siguiente que ven
es una reja frente a ustedes, y un cartel que dice “NO PASAR”. Facundo recorre
unos metros el alambrado en el medio de la oscuridad de la noche, y de pronto
encuentra lo que quería: la entrada al lugar. Detrás de las ramas de una planta
de tamaño considerable hay un agujero en el tejido que les permite pasar
agachados hacia el otro lado. Una vez superado el obstáculo, y trayendo consigo
los dos aparatos, los tres observan qué era lo que resguardaban las rejas: un
montón de depósitos, cual galpones, acoplados uno al lado del otro. Escuchan el
suave murmullo de unas olas en las cercanías, como si estuviesen en un muelle o
algo por el estilo. ¿Qué tan lejos los habrá llevado el Artefacto Foráneo?
Sigue en la
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