— ¿A dónde vamos? —Te dice
Facundo, viéndote despertar a Germán a zarandeos y agarrar el Artefacto Foráneo
que habían ocultado en un armario bajo un montón de ropa la noche anterior.
—A la ciudad, ¿a dónde más?
Tenemos que saber más, tener información sobre la cual armar un plan, pero no
podemos arriesgarnos a que nos descubran de nuevo. Ayer casi no vivimos para
contarla y nos están buscando por todos lados. Será peligroso, pero creo que
podríamos usar algo de la ropa que hay en la casa para disfrazarnos y tratar de
pasar un poco más desapercibidos—le contestás. Germán se levanta y tras una
breve visita al baño, los acompaña mientras vos y Facundo se están armando de
lo poco que tienen para salir. No disponen de armas muy sofisticadas, y la sola
idea de tener que batirte a duelo contra esos horribles extraterrestres con sus
pistolas láser disponiendo de solo duros fierros, una cuchilla oxidada y un
hacha de mano no te emociona demasiado, pero sabes que es mejor estar
mínimamente preparados, a no tener ningún plan de emergencia. Si se da el caso
van a tener que atacarlos, ¿o se van a dar por vencidos así como así? No, eso
nunca. Han llegado tan lejos…
— ¿Quién va a llevar el aparato? ¿No
corremos riesgo trayéndolo con nosotros? Seguro que lo pueden rastrear—Inquiere
Germán cuando termina de ponerse una de las negras túnicas encima y se asegura
de tener a mano el fierro, sujeto con un cinturón.
—Si lo pudieran rastrear ya
estarían encima de nosotros, tuvieron toda la noche para buscarnos—razona
Facundo, sin quitar los ojos del punto de espionaje en la ventana mientras él
también se arma con el hacha y se pone una de las oscuras capas largas por
sobre su ropa. —No, lo mejor es llevárnoslo con nosotros, quizás turnarnos con
él en caso de que nos cansemos o tengamos que correr. Puede ponerse pesado y
algo molesto en una persecución, eso bien lo aprendimos ayer.
—Sí, si quieren yo lo llevo
primero—te ofreces. Cuando ellos acceden y te cargas el Artefacto Foráneo
delante de tu pecho con una mochila-soporte improvisado de las cosas que hay en
la casa y lo cubrís bien con la túnica, los miras a ambos con las capuchas
puestas y armas sujetas y te sentís agradecido de tenerlos a tu lado. No tenés
idea de qué hubieras hecho si no los hubieses tenido junto a ti desde el
principio. No conocías a Facundo de antes, pero ahora se ha vuelto tan
importante en el grupo como tu mejor amigo Germán, y sabes bien que si van a
salir de este embrollo va a ser juntos y no de otra manera. Ellos se te quedan
mirando mientras vos pensás todo esto y te ves en la necesidad de decir algo,
por lo que te preparas de mente y preguntas: — ¿Estamos listos ya para salir?
—Sí, pero… ¿qué es lo que vamos a
hacer concretamente? Entiendo que necesitemos información para armarnos un plan
y así intentar arreglar todo este desastre, pero aún así no podemos ir a la
ciudad y pretender encontrar un diario con las noticias más relevantes de los
últimos treinta años que nos diga qué hacer. ¿Tienen alguna idea de a dónde ir
primero, al menos? —Inquiere Germán.
—Yo tengo algo en mente—dice
Facundo. —Quizás alguna de las personas bajo hipnosis sepa algo.