9 mar 2014

PÁGINA 31


Reaparecen con el familiar resplandor blanco en el oscuro ático de la casa que se supone debía estar vacía, para correr a asomarse por la ventana. Sus tres “yos” del pasado están haciendo su demostración exhibicionista ante los policías, tal como debían, pero tras unos segundos, la familia que tenía que salir por la puerta trasera de la casa y que sería esposada de inmediato no sale, y tal parece que todo va a marchar como habían planeado, hasta que Germán se da cuenta de algo.

— ¡Ahora es cuando venimos para el ático! ¡Tenemos que irnos o nos vamos a encontrar con nosotros mismos! —Exclama, y vos y Facundo se apresuran a bajar por las escaleras cuando tu amigo lo sugiere. Están ahora los tres en un corredor también oscuro, y escuchan mientras caminan lentamente a sus “yos” del pasado aparecerse arriba, a punto de ponerse a planear lo de la carta. Esa historia ya la conoces, y los tres tienen cosas mejores que hacer, por lo que deciden lentamente continuar bajando escaleras y espiar qué hacen los policías afuera ahora que no tienen nadie a quien encarcelar y llevarse dentro de sus patrullas. Cuando llegan a la planta baja, se ponen a espiar desde una ventana y ven a los oficiales y al científico echándole un vistazo de cerca al meteorito ahora vacío y a medida que pasan los minutos, una tranquilidad los invade a ustedes tres. Más aún se sienten aliviados cuando ellos retiran la evidencia en una misteriosa caja contenedora de algún material anti-radiación, supones, y dejan el terreno como si nunca nada se hubiera estrellado allí y como si nadie hubiese aparecido de la nada allí y robado el aparato mandado del espacio. Cuando, rato después; los enemigos se están por marchar, la luz que se venía acercando por la ruta y que vos deseabas fuera algún otro vehículo policial resultó ser, desgraciadamente, la familia Rosier -dueños de la casa-, no podés evitar pensar que habías sido un idiota si habías creído que todo sería tan fácil. Ahora solo te queda esperar que la predicción de Facundo sea correcta y los policías actúen como si nada hubiera pasado, pero tampoco en ello la suerte está de tu parte. Pronto ves que el jefe de hogar está teniendo una discusión muy acalorada con el oficial a cargo y que difícilmente el plan daría resultados. Era tiempo del plan B, porque si no hacían algo, a pesar de sus esfuerzos la familia terminaría capturada de todos modos, y eso era justamente lo que querían evitar. Tiene que haber otra salida, ¿pero qué podrían hacer?

— ¿Nuestros “yos” del pasado se habrán ido ya del ático? Quizás podríamos salir ahora e intentar calmar las cosas si no corremos riesgo de que nos vean desde arriba—sugiere Germán.

—No, no. Creo que lo mejor sería viajar un poco más al pasado, apenas unos minutos bastarán para evitar que la familia llegue justo antes de los policías se vayan. Podríamos procurar que rompan una llanta o tengan que desviarse para que cuando lleguen aquí no corran peligro…

No, Facu, ¿más viajes en el tiempo? —Lo contradice Germán. —No, quizás podríamos…hay que engañar a estos oficiales. Ofrecerles…el aparato a cambio de la familia, o amenazarlos con que lo usaremos contra ellos si no los dejan ir. No es que sepan mucho sobre los aparatos, ¿no?


Tiempo de decidir. Si querés intentar una solución no violenta, sigue en la página 129
Si prefieres viajar una última vez al pasado para ponerle fin a esto, continúa en la 77
Pero si optas por tomar a los oficiales de improvisto y amenazarlos, ve a la página 16

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