—Tranquilo,
muchacho, tranquilízate. Todo estará bien. La Alianza Galáctica y la Corte del
Sistema 91 han atravesado por varios casos similares y entenderán la situación
de confidencialidad que deberán manejar al encargarse de ustedes y sus
familias. La Tierra no es el único planeta que cuya mayor parte de habitantes
desconocen la existencia de vida en otros planetas y nos hemos visto en la
necesidad de actuar de incógnito antes. No es lo más bonito y seguramente que
es bastante complicado, pero bueno…situaciones desesperadas requieren medidas
desesperadas—te explica. A vos esto te logra tranquilizar un poco aunque siga
sonando demasiado extraño, pero la manera que tienen allí de tratarte, el
aspecto de la tripulación, te obliga a confiar en ellos. Después de todo, estás
en el espacio exterior, lejos, muy lejos de casa; y si no confiás en esta gente
que pretende ayudarte, ¿en quién lo vas a hacer? ¿En los extraterrestres? Te
dan un momento para que pienses en la propuesta de ir a declarar a la corte esa
y vos lo consideras. Sabes que es raro, irreal y hasta te da algo de miedo,
pero de nuevo… ¿qué otra opción tenés? Quizás no es tan malo y hasta podes
llegar a hacer el bien y evitar que esto les pase a otras personas no solo en
la Tierra sino en el Universo. Estarías, de algún modo, salvando al planeta,
¿no? ¿Qué mejor solución para todo este asunto que eso? A lo mejor te ganas una
medalla, un premio, o una mención, ¿quién sabe? Seguramente es mejor que negar
que todo esto está sucediendo y exigir cosas cuando no eres quien tiene la
situación bajo control.
—Está
bien, iré—sentencias con confianza. El Capitán Jefferson y la doctora Gerbert
sonríen satisfechos y se disponen a marcharse para dejarte descansar un poco
más, pero vos no terminaste de hablar. —Esperen. Me gustaría ver a mi amigo
antes, si no es…mucho pedir.
—Seguro,
seguro. Vas a tener que pasar por un leve chequeo de tus signos vitales y tus
funciones cerebrales y motrices antes de poder dejarte caminar solo por la nave
con todo lo de la gravedad inducida y eso pero descuida, pronto todo volverá a
la normalidad y ya no tendrás que preocuparte por todo esto—te contesta la
doctora. Tras decirle cuántos dedos levantaba, qué números aparecían en la
pantalla y otras pruebas así de sencillas, y una verificación de que pudieras
extender todas tus extremidades, estirarte, y responder a estímulos, te dan el
alta. Vos te tomaste todo aquello con calma y fuiste paciente porque no querías
que en el apuro te fueras a lastimar, pero te sirvió para despertar el cuerpo y
sentirte incluso mejor que antes. Cuando te dejaron solo para usar el baño y
vestirte con un traje muy similar al de los soldados pero que era usado por los
demás tripulantes de la nave, te aseguraste de lucir presentable y saliste al
pasillo. Te guiaron a través de unas muy pulcras y etéreas habitaciones hasta
que por fin diste con la indicada, aquella en la tu amigo Germán yacía
reposando con los ojos cerrados, la misma clase de mascarilla que te habían
puesto a vos y conectado al suero que reposaba en un soporte al lado de su
camilla. ¿Así te veías vos hacía media hora? Vaya que tenían razón para
sorprenderse de que vos hubieras despertado tan ponto. Si no fuera porque un
aparato al lado de su camilla muestra que su corazón sigue latiendo con
regularidad, parecería como si ya estuviera…bueno, muy mal. Les pedís al
Capitán y a la doctora que te dejen solo un momento con tu amigo y ellos
acceden.