23 dic 2012

PÁGINA 70


Pronto las últimas cobran más fuerzas, hasta que son las únicas que pueden ver. El mundo entonces deja de girar y todo se vuelve inmóvil, normal. Por alguna razón te dejas caer en el suelo, incapaz de entender o creer en lo que ves. Facundo, Germán y vos están los tres parados al costado de una ruta en el medio de un amplio desierto arcilloso, con montañas a la distancia, el sol poniéndose y lo que parece un pequeño poblado a tal vez un kilómetro. Respirando ese aire los tres logran calmarse; ya no hay peligros, no hay nada que temer, aunque tampoco hay nada cierto.

— ¿Qué…qué es…?—comienza Facundo, atónito. Ninguno puede creer lo que pasó, puesto que ninguno sabe a ciencia cierta qué creer.

— ¿Alguno sabe dónde estamos? —preguntas, pero como nadie sabe qué responderte, deciden que seguramente algo habrá pasado con el artefacto que en su descontrol los envió a alguna parte de la Patagonia o quizás al norte, en Salta o Jujuy. Ya tranquilos, avanzan a pie hasta el poblado cercano esperando averiguar dónde se encuentran y armar un plan para volver a casa. Piensas que tus padres te van a matar si se llegan a enterar de los lejos que te has ido sin su permiso, o de los problemas en los que por poco te metes. Todos concuerdan, mientras caminan, que seguramente antes de destruirse, el aparato debió haber hecho una última treta y los envió lejos. Sólo esperan que los policías no hayan encontrados restos de ninguno de los dos artefactos y que no tengan pruebas para declararlos culpables, aunque la página web de Facundo pueda llegar a ser prueba suficiente. Para cuando se acercan al pueblo, ya todos parecen haber olvidado la locura de hacía momentos atrás, y la calma vuelve por sí sola, a pesar de la confusión y de la desorientación.

Tras buscar por un negocio entre las casitas del primer barrio que ven, entran en el primer kiosco que ven. No le prestan atención al nombre en el cartel, ni a la pequeña radio que emitía a un hombre hablando. De haberlo hecho, el siguiente suceso no los hubiese sorprendido tanto.

—Disculpe señor, mis amigos y yo nos perdimos, ¿podría decirnos dónde estamos? —comenzó Facundo, a lo que el vendedor de bigote prominente primero miró confundido y luego dijo:

—Excuse me, son, what did you say? —Anonadados, ustedes se dan cuenta de que se encuentran muy lejos de casa: ese hombre que tienen en frente no habla español. Germán logra entonces hacerle un pregunta gracias a asistir a clases particulares de inglés, y algo les da una pista para sospechar la respuesta que él dirá, pero de igual manera logra asombrarlos. No necesitas saber el idioma para entender que él claramente respondió “Arizona, Estados Unidos”, pero debe de haber sido un error.

— ¡En Estados Unidos, chicos! … ¿saben lo que eso significa? —pregunta Facundo. Antes de que ustedes dos puedan responder él le hace entender al vendedor si sabe qué día es hoy, y él le responde de nuevo algo que hasta tú logras entender: 18 de Julio de 1980.

— ¡Viajamos al mismo tiempo geográfica y temporalmente! —les dice Facundo.


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