Aprovechan que ustedes
encontraron con la mirada un pasillo más angosto y que la bestia feroz no los
estaba mirando, y se largan a correr hacia allí. La bestia voltea su cabeza al
oírlos correr, pero le cuesta virar todo su cuerpo en dirección a ustedes, por
lo que ganan ventaja. Hay luz al final de ese pasillo, como si algo se
estuviera incendiando a lo lejos, pero eso es algo sobre lo que ya no pueden
hacer nada. El lado bueno es que salvo unos gritos que siguen haciendo temblar
el suelo bajo sus pies, ya no queda rastro de la bestia al no poder seguirlos.
Cuando el pasillo termina, se encuentran con que aquello que estaba en llamas
es solo un panel que había hecho cortocircuito y que no es difícil de sortear.
Sin embargo, tras avanzar un poco más y subir unas escaleras que se les
presentaron y con las que casi tropiezan, perciben en las cercanías que hay un
atropello de pasos y se detienen a escuchar. Son Kózkoros, pero no pueden ver
desde donde vienen porque tampoco quieren que los vean a ustedes. Cuando el
sonido se aleja, y ustedes suben los últimos escalones y se asoman al nuevo
piso, se dan cuenta de que las verdes y asquerosas criaturas se encuentran lo
bastante lejos como para poder pasar desapercibidos si no hacen ningún ruido.
Están en una especie de torre de vigilancia con solo dos salidas: las escaleras
que guían de regreso a la bestia y el pasillo por el que se están marchando el
tropel de Kózkoros.
Lo que ven por las pantallas en
las computadoras no es nada alentador. Hay destrucción por todos lados, más de
una bestia como con la que recién se encontraron, y muchas personas tiradas y
desperdigadas por los distintos niveles de la nave. Hay algunas bajas por parte
de los extraterrestres también, pero no son mayores a las humanas. Aún así, se
ve que todavía hay gente que se está defendiendo porque hay focos de batallas
aquí y allá, aunque ninguna se ve prometedora. Germán no puede creer lo que está
viendo y apoya sus manos en el escritorio, como intentando acercarse a la
situación para asegurarse de que no está alucinando, pero algo sucede en ese
preciso instante que lo hace desear más que en ningún otro momento estar
desvariando. Cuando se apoyó, se ve que apretó algo que no debía y una sirena
comenzó a sonar estrepitosamente desde la sala en la que ustedes estaban; un
sonido que los Kózkoros no pudieron evitar escuchar. Ustedes se asoman temerosos
al pasillo por el cual se habían ido e inevitablemente ven que…se han pegado la
vuelta. Están regresando, y al verlos su furia se enciende como si les tuvieran
un odio cósmico, algo que ustedes no pueden explicar. No les queda otra opción
que bajar las escaleras y esperar a encontrar otra salida en el estrecho
pasillo o que la bestia se haya alejado de la salida. Justo cuando dan los
primeros pasos por los escalones para alejarse de allí, un enjambre de disparos
láseres pasa rosando el lugar donde estaban sus cabezas hacía un segundo, lo
cual los apura y deja nerviosos a más no poder. Corren de nuevo por el pasillo,
estaba vez prestando atención a alguna marca en la pared o algo que les pueda
servir, pero no encuentran nada. La bestia no parece estar esperándolos al
final, pero cuando los Kózkoros se acercan detrás de ustedes, una luz se
ilumina al final y ustedes descubren que proviene del collar del monstruo. Como
si se lo hubiesen indicado con una señal, la criatura asoma sus fauces hacia
ustedes, y ahora no hay nada que puedan hacer. Están atrapados. Es solo
cuestión de segundos para que los tengan entre la espada y la pared. De un
disparo, de un bocado. Ya no hay diferencia.
Es el FIN.